sábado, 28 de marzo de 2009

Impresiones del país Dogón I

El mercado en Kali-Kombolé

La plaza tiene como una docena de baobabs pelados y un gran fromagere. En medio un solo árbol frondoso que no identifico. Su generosa sombra protege a muchas de las comerciantes del sol.
Otras se sientan bajo techados hechos con ramas. Vienen de todos los pueblos del país Dogón calzadas con sus sandalias por caminos abruptos. Y llevan enormes cestos en la cabeza llenos de cebollas, mijo o tomates. Son niñas y mujeres de todas las edades.
Es difícil distinguir a las vendedoras de las compradoras. Se diría que todas hacen ambas cosas. La tierra es marrón y verde, un tono pardo y seco, castigado por el Sol. Es la gente la que aporta los colores, con sus vestidos y sus barreños. Hay niños aquí y allá sentados en troncos y en las raíces de los árboles. Y un movimiento continuo de personas, sin grandes objetivos. Las niñas llevan atados a la espalda a sus hermanos pequeños. Sobre el bullicio la falla (un gran corte en la tierra) nos separa del mundo. El mercado es semanal, cada cinco días, que son los días que duran las semanas en el país Dogón.

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